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Cómo nuestra sociedad nos hace vivir en alerta.

(y nos enferma)

Si cogiéramos una semilla de un árbol y la pusiéramos en un terreno árido, sin agua y sin luz, no se nos ocurriría decir que dicha semilla está enferma. Seguramente le echaríamos la culpa al entorno.

Sin embargo, cuando tenemos personas enfermas parece que nuestro sistema no le gusta tener en cuenta nuestro entorno, la sociedad.

Hoy quiero hablar de varios factores sociales que favorecen la enfermedad en las personas.

 

Velocidad y sobre estimulación:

La productividad se ha vuelto el nuevo valor por excelencia de nuestras sociedades occidentales. Todo hay que hacerlo rápido, más eficiente, cada vez más productivo. Esto hace que sea muy difícil parar a mirarse a uno mismo. Nos hace vivir rápido, sin pausa, ya que el mero hecho de pararnos está mal visto y nos empieza a generar una culpa insidiosa.

A esta velocidad en el día a día se suma la sobre estimulación. Siempre tenemos que estar haciendo algo. Ya no existen los ratos muertos y todo debe ser llenado ya sea de trabajo o de entretenimiento.

El hecho es que la productividad ha invadido hasta el ocio. El otro día me fijé que puedes ver las series en netflix a una velocidad de x1.5 e incluso x2. El problema con todo este bombardeo de información es que nuestro cerebro no está diseñado para procesarla tan rápido, y no solo eso, si solo tenemos estimulación externa entramos en un modo automático sin poder parar a contemplar, reflexionar o mirarnos a nosotros mismos. Lo cual a la larga genera enfermedad.

 

Preferencia de unos estados sobre otros:

A este panorama de productividad sin límites habría que añadirle la preferencia que tiene la sociedad por unos estados sobre otros.

La diversión, la productividad y la felicidad son los estados preferidos por la sociedad en su conjunto. Dejando de lado el aburrimiento, la tristeza o el miedo.

Entonces hacemos todo lo posible por tapar y camuflar el sufrimiento que muchas veces forma parte de la vida. De este modo parece que cualquier idea de felicidad termina en una tienda.

Fármacos, entretenimiento, viajes, el espectáculo debe continuar y pararse no es una opción.

Bueno, pues la verdad es que si no paramos conscientemente tarde o temprano el cuerpo nos para en forma de enfermedad.

Entonces combatiremos la enfermedad y no nos preguntaremos qué nos ha llevado a ese punto. Diremos que la enfermedad ha venido “de la nada”, ignorando los factores de riesgo y todo lo que hacemos día a día como sociedad para que algunas personas acaben claudicando.

 

Desigualdad, precariedad y acceso a sanidad:

He hablado de aspectos insidiosos y abstractos de nuestra sociedad que acaban generando enfermedad.

De todos modos también tenemos otros aspectos mucho más objetivos y medibles que no tenemos en cuenta a la hora de abordar el sufrimiento de las personas.

La desigualdad en toda su magnitud daría para otro correo entero, incluso un libro, pero es un problema que nos atañe a todos y aunque estés en el bando favorecido puede ser que tarde o temprano eso cambie.

Relacionado con la desigualdad tenemos la precariedad, las personas a penas tienen tiempo y dinero para cuidarse y llegar a fin de mes. Intentamos que aguanten el tirón con fármacos y ponemos parches cuando el castillo de naipes se desmorona.

Y finalmente dependiendo de donde vivas y teniendo en cuenta los factores anteriores puede ser que no tengas ni siquiera acceso a la sanidad que necesitas, ya sea en casos leves o graves el problema se va haciendo cada vez mayor.

 

La reflexión que traigo es que la enfermedad debe ser vista de una forma sistémica. En la edad media había muchas enfermedades infecciosas y los problemas eran sobre todo de higiene y falta de conocimiento sobre las enfermedades.

En nuestra época las enfermedades son cardiovasculares, respiratorias, neurológicas y psiquiátricas, pero no estamos atajando los problemas sistémicos que las provocan.

Si un sistema genera enfermedad el enfermo no es el problema.

Un saludo y feliz sábado.