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Cómo poner límites a las personas que te rodean.
Muchas veces he hecho algo por una persona y acto seguido me he arrepentido porque en el fondo no quería hacerlo. O he estado en una discusión y he tolerado cosas que no debería haber tolerado.
Ahí es donde entran los límites. Vamos a ver cómo poner esos límites sin morir en el intento.
El límite lo pones a tu conducta:
En el fondo todo nace de un sentimiento de lealtad hacia ti mismo. Si sabes que hay conductas que te hacen daño es nuestra responsabilidad poner solución.
Pero realmente el límite lo ponemos a nuestra conducta. Es decir, no podemos controlar que una persona nos grite o nos insulte. Pero si controlamos cómo respondemos.
Lo más importante es saber y poder ver qué conducta es la que nos hace daño y validarlo. Ya sea la crítica, un grito o el juicio de otra persona.
Comunicación no violenta:
El primer recurso para poner un límite de forma eficaz es la comunicación no violenta. Y esto no quiere decir que no confrontemos y que no nos conectemos con nuestro enfado.
Simplemente significa que vamos a hablar de lo que nos duele a nosotros.
Por ejemplo, si yo me siento criticado por el comentario de una persona, realmente soy yo el que se debe responsabilizar. Y luego ya veremos cómo responde la otra persona.
Para ilustrarlo de otra manera, si yo tengo una herida en el hombro pero la persona que tengo delante no la ve, es mi responsabilidad decirle que ahí donde está tocando tengo una herida.
Los pasos de la comunicación no violenta los describió Marshal Rosenberg en su maravilloso libro el cual recomiendo su lectura. Y son los siguientes:
1. Observación sin juicio: En este paso simplemente describimos los hechos. Por ejemplo puedo empezar diciendo: “El otro día cuando me gritaste…” Es objetivo y claro.
2. Expresión de sentimientos: Hablamos de nuestras emociones pero sin atacar a la otra persona. “me sentí triste y amenazado, incluso pasé bastante miedo”. Hablo solo de mí, no de la otra persona.
3. Reconocimiento de necesidades: Directamente hablamos nuevamente de nosotros: “Y la verdad que yo necesito sentirme seguro en mis relaciones…”
4. Formulación de peticiones claras: Finalmente pedimos algo sin una exigencia implícita: “¿Crees que si tenemos un desacuerdo podríamos mantener un tono moderado y sin gritar?”. Además será muy importante el tono que empleemos, el contexto y todo el lenguaje no verbal. Se trata de llegar a un acuerdo y no dañar el vínculo con la otra persona.
Último recurso:
Esto queda muy bonito pero la vida real puede ser bien distinta. Es posible que la persona se sienta atacada a pesar de nuestras buenas intenciones. Y siguiendo con nuestro ejemplo, es posible que nos responda nuevamente gritando.
En ese caso podemos insistir si lo sentimos pertinente. Pero si sentimos que la otra persona no va a acoger nuestros sentimientos y nuestra petición, tenemos un último recurso.
Si no funciona la comunicación no violenta no es necesario emplear la ley del más fuerte, gritando o llegando a la agresión. Simplemente avisamos de que nos sentimos que no nos está escuchando y abandonamos la sala.
Es tan sencillo y tan difícil al mismo tiempo que asusta. Pero no hay nada que genere un mensaje tan claro y contundente. A veces las palabras se quedan cortas.
Lo cierto es que todo lo que he descrito depende de nosotros. No podemos pretender que todo el mundo se comporte siempre de manera ejemplar y que nunca nos hagan daño.
Pero espero que estas herramientas te sirvan para conseguir vínculos más sanos y seguros con las personas que amas.
Un fuerte abrazo y feliz sábado.