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Fascitis, lumbalgias, contracturas y otros nombres que no sirven para nada.

Seguro que has ido a consulta y te han dado una etiqueta, un diagnóstico que parece explicar lo que te pasa. Eso te da tranquilidad y crees que todo pronto acabará. Sin embargo sigues con tu dolor y simplemente le has puesto una etiqueta.

Aquí van las etiquetas que no sirven para nada aunque queden bonitas.

 

1. Fascitis:

Es increíble la cantidad de pacientes que van a consulta y simplemente por decir que les duele el pie les dan este diagnóstico. La traducción literal de fascitis es inflamación de la fascia. Algo que no podemos objetivar y que tampoco podemos saber exactamente por qué ocurre.

La idea en estos casos es favorecer la libertad del pie y la variabilidad del movimiento. Como diría el gran Arturo Goicoechea, la fascitis es fascismo plantar.

 

2. Lumbalgia:

Una señora mayor me dijo el otro día: “yo ya sé lo que tengo, el médico me ha dicho que tengo lumbalgia”. A lo que yo le contesté que eso ya lo sabía ella antes de ir al médico ya que el diagnóstico de lumbalgia significa de forma literal dolor de lumbares. Igual que cervicalgia significa dolor de cervicales.

La localización del dolor es un dato más de la exploración pero es insuficiente para saber qué estructura es la que lo produce o que tratamiento necesita el paciente.

 

3. Contractura:

Las famosas contracturas han llevado el foco de nuestra atención al músculo. Porque lo notamos más duro de lo normal, porque hay un “nudo” o una “bola”. La cuestión sería entender que esa contracción/relajación muscular mantenida en el tiempo es un componente más del programa de protección.

No te duele porque tienes una contractura. Tienes una contractura, y además te duele. La idea sería identificar por qué el organismo está protegiendo esa zona en concreto y ayudar a que desactive esa alarma. El músculo solo es un “mandado” del sistema nervioso central.

 

4. Fibromialgia:

La fibromialgia o síndrome de fatiga crónica trata de explicar sintomatología como dolor generalizado y fatiga constante. Pero en el fondo no explica nada. Simplemente te dan una etiqueta y un tratamiento que intenta abordar los síntomas.

Lo interesante al igual que en el resto de etiquetas es entender por qué el organismo de la persona que lo padece está en ese estado. Y así poder facilitar que salga del mismo.

 

5. Síndrome de sensibilización central:

Ocurre lo mismo con el síndrome de sensibilización central. Va de la mano a la etiqueta anterior ya que también se suele dar cuando una persona presenta dolor generalizado. Pero esto simplemente es una descripción fisiológica de lo que está ocurriendo.

Volvemos a lo mismo de forma repetitiva: ¿Por qué el sistema nervioso central se ha sensibilizado?

Mientras no podamos responder a esa pregunta no podremos abordar este tipo de cuadros clínicos.

 

Una etiqueta no es un diagnóstico. Un diagnóstico debería llevar implícito un tratamiento. Pero ese tratamiento no puede estar basado exclusivamente en abordar los diferentes síntomas, porque de esa manera simplemente estamos parcheando el problema.

El tratamiento debe buscar revertir el proceso que se produjo en ese organismo.

De ese modo, una depresión no es simplemente un déficit de serotonina.

Una lumbalgia no es simplemente dolor en la lumbar.

Una fascitis no es simplemente inflamación de la fascia.              

Debemos ver los problemas de forma sistémica, teniendo en cuenta la persona, el entorno, y la relación que existe entre ambos.

Feliz sábado.