La importancia del ocio.

(el arte de no hacer nada)

Siguiendo en la línea del apagón de la semana pasada he continuado pensando en el tema de vivir más lento, con espacios para el ocio y no hacer nada.

En definitiva, en poder vivir una vida de la que ser más consciente y salir del piloto automático.

 

La medalla del que está siempre ocupado

Hoy en día parece que si dices que estás súper ocupado te mereces una medalla. Es lo que está bien visto.

Pero ya no solo con el trabajo. Como ya he mencionado muchas veces, estamos desconectados de nuestros seres queridos entre semana con la excusa del trabajo.

Se ha vuelto cada vez más difícil pasar tiempo de calidad con las personas que más queremos. Y si tienes la suerte de disfrutar del tiempo con las personas con las que trabajas, genial… pero qué pasa con el resto.

El problema ya es que incluso el tiempo de ocio tiene que ser “productivo”. Si te vas de viaje tienes que verlo todo, sacarle fotos a todo para luego poder compartirlo con todo el mundo.

Si dices que te has pasado el fin de semana sin hacer nada te van a mirar raro.

Sinceramente creo que todo viene por el marco epistemológico en el que vivimos mezclado con cierto vacío generalizado emocional y espiritual de toda nuestra sociedad.

Lo importante en nuestra sociedad es gustar y la productividad. El capitalismo más salvaje nos ha desconectado de nuestra humanidad más profunda y nuestra sensibilidad.

Lo queremos todo y lo queremos ya. Y lo peor de todo es que con toda la abundancia que tenemos cada vez somos menos capaces de disfrutar de las pequeñas cosas del día a día.

 

La epidemia del cansancio:

En combinación con estar siempre ocupados con mil planes, trabajo y entretenimiento, tenemos el cansancio.

¿Pero cómo no vamos a estar cansados si no paramos?

Solo paramos para dormir, y cada vez menos. Ya ni el trayecto en el metro está libre de la productividad. Hay que ir escuchando un podcast. Igual que si estás comiendo, limpiando o de paseo.

Yo recuerdo en mi infancia tener momentos de aburrirme como una ostra. No había tanto entretenimiento como ahora.

También recuerdo que me decían “solo se aburren los tontos”. Pero resulta que las personas más listas del mundo dedican mucho tiempo a simplemente estar, pasear y reflexionar.

 

El poder de estar ocioso:

Aquí sin ponerme muy técnico quiero hablar de la red neuronal por defecto. Es una red que pone en marcha ciertos procesos cuando no estamos concentrados al cien por cien en algo.

Cuando dejamos que nuestra mente divague. A mí personalmente me ocurre mucho en la ducha o dando paseos sin un rumbo.

Básicamente el cerebro se pone a organizar todo lo que nos pasa. A procesarlo, darle significado y a veces generar asociaciones que nunca habríamos pensado si estamos todo el rato haciendo sin descansar.

Descansar no es solo dormir. Es vivir más lento, con más consciencia, pudiendo disfrutar del camino que tenemos a nuestros pies.

En la época de la productividad pasarse un finde en el sofá tumbado es un acto revolucionario.

 

Con todo esto no estoy promulgando la pereza y el simplemente dejarnos ir.

Simplemente creo que podemos disfrutar más del camino si paramos de vez en cuando y nos lo tomamos con calma.

 

Un fuerte abrazo y feliz sábado.