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La utilidad del sufrimiento
En una sociedad que mira hacia otro lado.
El sufrimiento en la sociedad moderna
El sufrimiento forma parte de la vida, y en nuestra sociedad moderna no acabamos de aceptar esta verdad.
Tratamos de evitar el sufrimiento a toda costa y eso nos acaba generando más sufrimiento.
Utilizamos todos los medios a nuestro alcance: Antidepresivos, meditación, entretenimiento, comida y todos los métodos que sean capaces de anestesiarnos o al menos distraernos de ese sufrimiento que tratamos de evitar.
Otro método similar que empleamos para evitar sentir ese sufrimiento es la disociación. Esto quiere decir que evitamos sentir o escuchar las emociones que nos parecen negativas.
¿Quién no ha estado en un mal estado de ánimo y sus propias amistades y familiares no le han dicho frases como: “Bueno, al menos estás vivo”, “Hay muchos peces en el mar”, “Está en un lugar mejor”?
El objetivo aquí es mirar hacia otro lado, ya no solo distrayéndonos con banalidades sino además ignorando nuestro propio sufrimiento, quitándole hierro y restándole importancia. Al fin y al cabo… “No es para tanto” ¿Verdad?
La cruda realidad
La realidad es que tarde o temprano ese sufrimiento acaba llegando y dando la cara. No importa lo mucho que nos distraigamos o nos disociemos. Al final todo sale a la superficie.
El problema es que cuando sale ya es mucho más difícil manejarlo y abordarlo.
Aparecen enfermedades autoinmunes, síntomas somáticos, insomnio, depresiones muy profundas… Y todo por haber sido infantiles, ilusos, tratando de evitar el sufrimiento a toda costa.
Porque una persona llorando, débil, y vulnerable no es algo que se glorifique en nuestra sociedad.
Priman el pensamiento positivo, la gratitud irracional, y la felicidad perpetua como formas de vida.
Y esto es sencillamente inhumano. Negamos una parte muy real de nuestra existencia, y lo pagamos muy caro.
La responsabilidad individual como filosofía
Además de huir del problema, tendemos a esperar que esos problemas nos los solucionen desde el exterior.
Somos sujetos pasivos y consumidores de todo, pensando que el dinero y otra persona nos sacarán de nuestra situación.
Por eso las personas van al psicólogo y dicen que la psicología “no les ha funcionado”.
O van a un entrenador y dicen que el ejercicio “no funciona”.
La realidad es que los problemas reales de nuestra sociedad requieren de un papel activo de todas las partes implicadas.
Hay problemas que por muy bueno que sea el profesional, se requerirá de una acción por parte de la otra persona.
Esta inmadurez viene también de nuestro deseo por la inmediatez y la impaciencia. Somos profundamente inmaduros como sociedad y exigimos que las cosas se nos den aquí y ahora.
La cruda realidad es que tenemos que responsabilizarnos de aquello que nos ocurre y lo que queremos conseguir.
La palabra responsabilidad tiene muy mala prensa. Pero en el fondo la responsabilidad es la habilidad de responder a aquello que nos ocurre.
Si caigo en una depresión decido afrontarlo y ver qué puedo hacer yo. Pues lo mismo con el sobrepeso, el dolor y las cosas que nos ocurren.
Obviamente habrá cosas que no sean nuestra culpa, pero aún así estás llamado a responder, y eso siempre lo eliges tu.
Yo no puedo controlar si mi país entra en guerra o si se muere mi madre, pero puedo elegir como respondo.
El amor propio como antídoto
Para terminar quiero decir que el sufrimiento forma parte de la vida. Y que el mayor antídoto es el amor propio.
Amor propio para acoger nuestro sufrimiento, para darle un espacio, para escucharnos y sentir lo que nos quiere decir.
Pero amor propio también para combatir, una vez hemos acogido el sufrimiento, luchar, tomar acción, cambiar y afrontar aquello que nos ocurre.
Espero que te conMUEVA tu sufrimiento y le des el espacio que merece.