Por qué escuchar al cuerpo y no a la cabeza.

(y como hacerlo)

Somos seres racionales, si. Podemos utilizar la mente para valorar opciones, sopesarlas y tomar una decisión “racional”.

Sin embargo también somos seres emocionales, y realmente éstas son las que dictan nuestro comportamiento y las que son más inteligentes.

Te explico.

 

Las emociones tienen más información

El procesamiento racional es consciente y por tanto baraja solo la información consciente.

Por el contrario, las emociones emergen de un proceso mucho más complejo en el que se tienen en cuenta las experiencias previas, información consciente, inconsciente y otras variables.

En nuestro vocabulario a nivel cultural siempre se ha destacado el valor de las emociones como guía para tomar decisiones. Hablamos de “corazonadas” o de “nudo en el estómago”, o de “seguir tu instinto o tu intuición”. Todo ello nos indica que nos fijemos en las emociones y nos guiemos por ellas.

Pero… ¿Cómo lo hacemos?

 

La dificultad de escuchar las emociones

Muchas veces es difícil escuchar a las emociones. Por eso no paramos de pensar y pensar en bucle.

De hecho, siempre digo que sobrepensar es un síntoma de que estamos infrasintiendo.

Esto quiere decir que entramos en bucles de pensamiento racional porque no sabemos escuchar las emociones.

En primer lugar, las emociones se encuentran en el cuerpo, no en la cabeza. Esto quiere decir que se refieren y se identifican con sensaciones corporales. Por eso es muy importante estar conectados con nuestro cuerpo y confiar en las señales que nos da. Desarrollamos la interocepción llevando la atención a esas sensaciones y no cuestionándolas.

Además, es difícil escuchar al cuerpo si hay mucha estimulación externa. Idealmente debemos buscar momentos de quietud y silencio, sin estímulos externos de ningún tipo para poder escuchar lo que nos dice nuestra intuición.

Finalmente, para evitar entrar en un conflicto entre mente y cuerpo, debemos simplemente escuchar a la primera sensación corporal que aparece al hacernos una pregunta sobre una decisión o algo que requiere de nuestra intervención. Ya que enseguida aparecerá la mente para racionalizar y tratar de buscar pros y contras.

 

La belleza de la emoción:

Concretamente, lo bonito de la emoción es que es irracional. Muchas veces no sabremos explicarlas y no pasa nada. Simplemente debemos escucharlas y confiar en nuestra intuición.

A veces nuestro “corazón” nos dirá una cosa y nuestra “mente” otra. Y habitualmente lo que nos diga la emoción será del corazón porque estará conectado con nuestras necesidades y anhelos. Y lo que nos diga la mente vendrá del miedo y la carencia.

Nunca te arrepentirás de hacer lo que sientes.

Es mucho mejor decir un “¿te acuerdas?” que un “¿y si hubiera..?”

 

Y no me malinterpretes, nuestro intelecto es útil para muchas cosas. Pero a la hora de nuestras necesidades, la toma de decisiones y la intuición, el cuerpo es mucho más inteligente.

El cerebro está diseñado para generar ideas, y por eso entramos en bucle. Siempre habrá una nueva creencia, una nueva variable, un nuevo miedo.

En el fondo sabemos lo que queremos. Solo hace falta tener la sabiduría para escuchar al cuerpo y el coraje para tomar acción.

Todo se vuelve más fácil cuando confías en tu cuerpo y puedes dejar de pensar.

¡Feliz sábado!