Por qué nos autosaboteamos

(o eso parece)

Muchas veces parece que nos queremos hacer daño a nosotros mismos. Que nuestras conductas simplemente buscan destruirnos.

Pero en el fondo el asunto es mucho más complicado de lo que parece.

Ese supuesto autosabotaje va mucho más allá. Vamos con ello.

 

Formas en las que nos autosaboteamos:

 

1. Procrastinación: Es la forma más común de autosabotaje. Lo llamamos así porque parece que dejamos para el final o incluso nunca hacemos aquello que es realmente importante para nosotros.

2. Perfeccionismo extremo: Mediante el cual sentimos que las cosas nunca están lo suficientemente perfectas y parece que no tomamos acción para lo que nos importa.

3. Autoexigencia y autocrítica: Relacionado con el punto anterior. Nos llevamos al límite en ciertas áreas y nos tratamos fatal para conseguir ciertos objetivos.

4. Permanecer en relaciones dañinas: Parece que siempre repetimos los mismos patrones y toleramos situaciones que nos dañan a pesar de que nos dijimos que no volveríamos a caer.

5. Hábitos tóxicos o dañinos: Aquí podemos meter hábitos como el consumo de sustancias, las redes sociales, pornografía etc… Hábitos que sabemos que son malos pero aún así no podemos evitar hacer.

 

Lo cierto es que te voy a invitar a ver más allá de este autosabotaje. Vas a entender por qué hacemos lo que hacemos ya que en el fondo no es que simplemente queramos jodernos la vida porque sí.

 

¿Autosabotaje o mecanismos de protección?

Los 4 primeros puntos que he mencionado si nos paramos a pensarlo, aunque parezcan autosabotaje puede que también nos estén intentando proteger de algo.

Muchas veces no tomamos acción por miedo al fracaso, por eso buscamos cualquier excusa para no actuar de forma inconsciente o nos llevamos a un perfeccionismo brutal simplemente por eso: miedo.

Lo mismo podemos decir de la autoexigencia y autocrítica. El miedo a no ser válidos, a no ser suficiente, nos lleva a actuar de una manera compulsiva. Ya que pensamos que si somos maravillosos seremos queridos. Son requisitos que nos ponemos pero que en el fondo nacen de un profundo miedo a no ser querido.

Muchas veces permanecemos en relaciones dañinas o repetimos ciertos patrones porque no conocemos otra cosa y porque nos da mucho más miedo el estar solo o el enfrentarnos a un conflicto que simplemente padecer un maltrato o abusos. Esto es muy revelador, ya que nos muestra que tenemos mucha más responsabilidad en estos asuntos.

Finalmente los hábitos tóxicos suelen ser vías de escape para mitigar el miedo con el que vivimos y con el que no sabemos convivir. Realmente la adicción es el “intento” de solucionar un problema de forma inconsciente. Sin darnos cuenta de que en el fondo no estamos solucionando nada y simplemente nos estamos haciendo más daño. Realmente es más incómodo confrontar la realidad y asumir responsabilidad. Pero el precio que pagamos puede llegar a ser muy alto.

 

La solución: Consciencia y responsabilidad:

Cuando me di cuenta por primera vez de esto fue muy doloroso. Por eso normalmente preferimos seguir en la inconsciencia y en un falso equilibrio que al menos nos resulta conocido y cómodo.

La solución a todos estos procesos es darle consciencia al asunto: ¿Qué función cumple aquello que parece disfuncional en mi vida? ¿Qué situaciones o sentimientos me evita?

Una vez somos conscientes de eso, podemos empezar a desarrollar diferentes estrategias para regular el problema: Si nuestro perfeccionismo viene del miedo a fracasar podemos trabajar dicho miedo con una estrategia alternativa. Y lo mismo con el resto de formas de autosabotaje.

La cuestión es responsabilizarnos de nuestras vidas y nuestra realidad interna desde la compasión y el amor propio. Solo así seremos libres del todo. La responsabilidad y la consciencia nos liberan, aunque duela.

 

Feliz sábado.