Qué significa ser auténtico

(y el precio que pagamos por no serlo).

Se habla mucho de ser auténtico pero no es tan fácil como parece. Quiero hablar sobre qué significa ser auténtico y el precio que pagamos por no serlo.

Además de los obstáculos que nos encontramos por el camino. Vamos a ello.

 

Qué significa ser auténtico:

Ser auténtico o ser tu mismo parece una frase muy bonita pero realmente requiere de muchísimo coraje. Ya que al tratar de ser auténtico podemos encontrarnos con cierto rechazo o conflicto con las personas que nos rodean.

Ser auténtico en resumidas cuentas significa:

- Expresar lo que sentimos y actuar en consecuencia

- Vivir acorde con nuestros valores

- Dar nuestra opinión y lo que pensamos

En primer lugar, expresar lo que sentimos es difícil, ya que muchas veces reprimiremos ciertas emociones que pueden ser un problema y que seguramente nos cuesten un conflicto.

En cuanto a vivir acorde con nuestros valores también puede ser complicado si tenemos una situación social delicada o precaria. Además las presiones sociales nos pueden llevar a vivir vidas que no nos llenan o que no están alineadas con nuestros valores. Muchas personas querrían dedicar más tiempo a su familia pero se ven involucradas en jornadas laborales eternas buscando el reconocimiento externo.

Y finalmente, dar nuestra opinión también puede ser algo complejo dependiendo del entorno en el que estemos. Ya que nuestra supervivencia puede verse afectada si expresáramos todo lo que pensamos. Esto va muy unido con la represión emocional.

Por qué es tan difícil:

El miedo al rechazo, al conflicto o al fracaso son miedos naturales y normales como seres humanos. Ya que antiguamente si eras rechazado por el grupo seguramente no sobrevivirías.

Sin embargo, ese miedo puede estar muy exacerbado e impedir que realmente seamos nosotros mismos.

Esto puede ocurrir porque tengamos cierto carácter excesivamente afable que además puede ser potenciado por nuestras experiencias tempranas.

Como diría Gabor Mate, cuando somos niños solemos vernos en una encrucijada: Ser auténtico vs conservar el vínculo con nuestros padres. Vamos aprendiendo que nuestras emociones no son bien recibidas. Ya sea por nuestro llano, nuestro enfado o nuestras inquietudes… nuestros padres muchas veces (también influidos por el entorno y las demandas vitales) no pueden atendernos o darnos el tiempo necesario para regular nuestras emociones.

Es entonces cuando aprendemos que es más seguro reprimir nuestras emociones que expresarlas.

Esto además puede verse potenciado por las experiencias con otros niños y en la adolescencia.

En estos periodos se vuelve vital la diferenciación respecto a nuestros padres y buscamos encajar. Aún estamos explorando y conociéndonos por lo que seguramente no tengamos una idea muy clara de cómo expresarnos y puede potenciarse el problema que ya se inició en la infancia.

El precio que pagamos por no ser auténticos:

Con los años y las diferentes experiencias que he mencionado aprendemos a reprimir nuestro verdadero yo. Buscamos gustar a todo el mundo y encajar en la tribu.

El problema de esto es que puede que consigamos “gustarle” a todo el mundo, pero nadie conocerá nuestro verdadero yo y realmente no llegaremos a conectar.

Curiosamente, intentando no desconectarnos de la tribu y nuestro entorno social, acabamos aún más alienados y aislados emocionalmente.

Es imposible establecer vínculos reales con las personas que nos rodean si no nos mostramos tal y como somos.

Además, la represión emocional y la falta de autenticidad pueden convertirse en un estresor a largo plazo que acabe generando problemas de salud como ya he comentado en otras ocasiones.

 

En definitiva, la falta de autenticidad nos separa del resto y nos impide conectar. Además nos hace tremendamente infelices.

Aunque cueste, debemos arriesgarnos a sufrir cierto rechazo para poder ser auténticos y encontrar aquellas personas que nos quieren tal y como somos.

El rechazo es el precio de la libertad.

¡Feliz sábado! Seamos auténticos.